Desde hace más de dos décadas, la cabalgata en honor a la Virgen de Lourdes se ha convertido en una de las principales tradiciones del norte neuquino. En febrero, jinetes de diversas localidades de Neuquén y otras provincias se agrupan para recorrer la Cordillera del Viento en un viaje cargado de fe, camaradería y reivindicación de las costumbres ancestrales.

Este año, como todos, los participantes inician su recorrido en Tricao Malal, desde donde parten rumbo a la capilla de Ailinco. A lo largo de tres días, los jinetes atraviesan paisajes agrestes y desafían el terreno montañoso mientras llevan consigo la imagen de la Virgen de Lourdes, quien es considerada la patrona de los crianceros y de los enfermos. La imagen de la Virgen es transportada por un mulo, rodeada por una creciente columna de peregrinos que se van sumando al recorrido.

Un camino de devoción y desafíos

La travesía comienza el 8 de febrero en la Vega del Pato, punto de encuentro donde los jinetes se organizan antes de iniciar su marcha. En la primera jornada, el grupo avanza hacia Las Vegas, donde se realiza un almuerzo comunitario que fortalece el espíritu de unidad entre los participantes. Posteriormente, el recorrido continúa hasta El Pelán, donde se realiza el primer descanso en la jornada. La travesía no solo es un recorrido físico, sino también un espacio de encuentro y celebración. Las largas horas en el campo se animan con la música de guitarras y acordeones, mientras los jinetes disfrutan de asados de chivo donados por los crianceros locales.

El segundo día de cabalgata se caracteriza por un trayecto exigente que lleva a los participantes a cruzar la extensa Pampa Ferraina, un espacio donde el clima juega un papel fundamental para garantizar el avance de la peregrinación. A mitad de jornada, el grupo se detiene en Los Tábanos para compartir un almuerzo al aire libre y recuperar energías antes de continuar la marcha. La jornada culmina en La Piedra del Gallo, donde se pasa la noche antes de afrontar el último tramo.

La llegada a Ailinco y la fiesta de la Virgen

El tercer y último día, los jinetes se enfrentan a uno de los tramos más desafiantes: la bajada de Los Tachos, un terreno pedregoso que pone a prueba la resistencia tanto de los caballos como de los participantes. Sin embargo, el esfuerzo es recompensado cuando, antes del mediodía, la caravana llega finalmente a la capilla de Ailinco.

El ambiente en el santuario es de total emoción, con los peregrinos recibiendo aplausos y muestras de afecto de quienes los esperan. La llegada es celebrada con bailes y música típica, y luego, todos se reúnen en un almuerzo comunitario preparado por los anfitriones de la capilla.

La noche del 10 de febrero, una de las más esperadas, se realiza la procesión de antorchas hasta el calvario, un momento cargado de simbolismo donde los peregrinos celebran con una canción el cumpleaños de la Virgen de Lourdes. Esta ceremonia marca el inicio de la gran celebración del día siguiente.

El 11 de febrero, jornada central, la capilla abre sus puertas para la misa principal, que reúne a la comunidad en un acto de fe y agradecimiento. La jornada culmina con un almuerzo popular, dejando en todos los presentes un sentimiento de pertenencia y unidad que solo una tradición como esta puede ofrecer.

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