Cerro Bayo estrena invierno con una propuesta que pone el foco en las familias: desde una guardería que recibe bebés de apenas 45 días hasta un snow tubing triple pensado para que chicos y grandes compartan adrenalina sobre la nieve. El plan es claro: ampliar el abanico más allá del esquí tradicional y convertir la montaña en un patio de juegos seguro, educativo y, sobre todo, memorable.
Detrás de esa meta hay novedades concretas. La base del cerro alberga ahora una guardería maternal —abierta de 9.30 a 16.45— guiada por el método Montessori, donde cada niño explora a su ritmo mientras los padres se aventuran en las pistas. Unos metros más arriba, a la cota 1500, el nuevo club infantil combina dos pistas exclusivas, medio de elevación propio y una búsqueda del tesoro que ya se perfila como ritual diario. Y cuando el “aprendido” se transforma en “quiero más”, aparece el tubing: tres toboganes de goma con diferentes niveles para deslizarse a partir de los cuatro años, casco puesto y vistas al bosque andino de fondo.
El corazón del proyecto familiar late en la guardería (45 días a 3 años y medio). El espacio —cerrado, calefaccionado y equipado con juegos sensoriales— permite dejar a los más pequeños por media jornada o día completo. La clave, cuentan los responsables del cerro, es que cada actividad estimule la curiosidad sin forzar tiempos: si el bebé quiere gatear sobre colchonetas o mirar la nieve tras la ventana, es tan válido como armar un puzle con piezas de madera.
Para los mayores de tres, la Escuela Infantil suma otro escalón. El edificio, visible apenas se sube la aerosilla, es punto de partida de dos pistas con pendientes suaves y clases grupales acotadas para que nadie se pierda en la multitud. Aquí se mezclan los primeros giros con juegos de montaña: armar iglús, pintar la nieve con colorantes naturales y ese clásico de la temporada, la cacería del cofre escondido, que obliga a los chicos a leer huellas y pistas como pequeños rastreadores patagónicos.
Más allá del esquí: tubing, raquetas y trineos
No todo es tabla y bastones. El tubing se convirtió en la estrella espontánea: básicamente un inflable redondo que, empujón mediante, recorre tres pistas marcadas por niveles de vértigo. Quien quiera algo más contemplativo puede calzarse raquetas y recorrer cinco senderos que serpentean miradores sobre el lago Nahuel Huapi. Para cerrar la postal, los trineos —sí, los clásicos de madera— retoman protagonismo en rutas breves y controladas; ideales para primera foto familiar con gorros de lana al viento.
En la línea de “turista peatón”, el pase de silla panorámica ofrece otra mirada: el bosque nevado visto desde arriba, sin esfuerzo físico y con posibilidades de avistar carpinteros patagónicos o simplemente escuchar el rumor del viento entre lengas.
Tarifas y agenda: números y fechas clave
La temporada alta fija el pase diario en $105 000 para mayores y $82 100 para menores; en baja, los valores descienden a $79 800 y $62 300 respectivamente. Quienes solo busquen admirar el paisaje abonarán $58 100 (mayor) o $47 200 (menor) por el pase de peatón en plena temporada, con rebaja a $45 900 y $37 400 cuando la afluencia cede.
Agosto llega con citas marcadas en rojo: del 4 al 7 desembarca Freeride Sudamérica, clasificatorio regional rumbo a los Challengers 2026; el 10 se celebran dos décadas de Rugby Xtreme, ese partido imposible sobre nieve virgen; y del 5 al 9, el festival gastronómico Sabores que Unen convoca nuevamente al chef bicampeón Michelin Gonzalo Aramburu.
Para detalles finos —cupos en la guardería, horarios de tubing o menú del día en la confitería— la web oficial (cerrobayo.com.ar) actualiza al minuto. Lo cierto es que, con nieve fresca y propuestas que crecen cada invierno, Cerro Bayo parece decidido a demostrar que la montaña puede ser el mejor club familia, con vista al Nahuel Huapi incluida.
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