El Congreso Provincial del Partido Justicialista (PJ) de Neuquén, realizado este fin de semana en Zapala, se transformó en el escenario de una nueva crisis interna. Entre gritos, acusaciones y un ambiente de tensión palpable, la dirigencia del partido no logró ponerse de acuerdo en la creación de un frente electoral contra los postulantes más visibles en la provincia: Javier Milei y Rolando Figueroa. Un sector del PJ, que se encuentra alineado con el gobernador Figueroa, se retiró antes de la votación decisiva, tras un altercado provocado por las críticas tanto a la gestión de Figueroa como a las políticas de Milei.

La fractura dentro del peronismo neuquino

El ambiente se tensó aún más cuando un grupo de congresales propuso la expulsión de los peronistas que habían formado parte de las listas de Figueroa en las elecciones de abril de 2023. Esta decisión, que fue votada a viva voz, resultó en la suspensión de la afiliación y la remoción de cargos partidarios para aquellos que continúan en el gobierno provincial bajo Figueroa. Sin embargo, la situación estalló cuando un sector de los congresales, liderado por figuras cercanas al gobernador, abandonó la reunión antes de la votación final, tras el rechazo de un documento que criticaba tanto al mandatario provincial como al presidente de la Nación.

El presidente del Congreso Provincial, Javier Bertoldi, intentó calmar los ánimos, pero el caos se desató. Según testimonios de algunos congresales, la situación llegó a rozar lo absurdo, con un clima de confrontación verbal y hasta casi físico. Lo que inicialmente se había planteado como un Congreso para debatir la situación política de la provincia y la posible integración de un frente anti-Milei se desmoronó en un cúmulo de descalificaciones y acusaciones.

Acusaciones de golpe de Estado y maniobras nacionales

El escándalo no terminó allí. Dentro del mismo Congreso, el sector que se oponía a las críticas a Figueroa y Milei acusó a otros miembros del PJ de intentar un “golpe de Estado” al buscar una intervención del partido desde Buenos Aires. La versión más extendida sostiene que algunos dirigentes, encabezados por el secretario general del Congreso, Pablo Todero, buscan obtener la aprobación de la cúpula nacional del PJ para imponer cambios en la dirección del partido provincial.

Esta maniobra, que según algunos dirigentes no contaba con el apoyo suficiente dentro del Congreso provincial, se interpretó como un intento de usurpar el control del partido ante la falta de consenso interno. El planteo de esta intervención fue respaldado por varios congresales que, durante la sesión, insistieron en que la única forma de avanzar era con la intervención de la justicia electoral y un respaldo desde el PJ Nacional, liderado por Cristina Fernández de Kirchner. Este pedido de intervención se interpreta como un intento de imponer una nueva conducción a través de mecanismos externos, dado que el sector liderado por Darío Martínez y Oscar Parrilli no logró los números necesarios dentro de la estructura provincial.

Desconfianza y división profunda

La fragmentación del peronismo en Neuquén parece estar cada vez más acentuada. Si bien la propuesta inicial del Congreso era conformar un frente electoral en oposición a las políticas de Milei y la gestión de Figueroa, la desconfianza mutua y las disputas de poder terminaron por eclipsar los intentos de unidad. En medio de la lucha interna, se abren serias interrogantes sobre la viabilidad de una estrategia conjunta del PJ en las elecciones nacionales de este año.

El enfrentamiento no solo expone las diferencias entre los sectores más tradicionales y los alineados con el oficialismo provincial, sino que también revela el profundo malestar de aquellos que se sienten desplazados dentro del partido. Muchos congresales, especialmente los que provienen de agrupaciones más pequeñas, ven cómo el control del partido está siendo concentrado en unas pocas manos, lo que alimenta las tensiones y cuestionamientos sobre el futuro del PJ en Neuquén.

En resumen, el Congreso Provincial del PJ dejó en evidencia una grieta irreconciliable dentro de la fuerza política, que podría tener serias repercusiones para las futuras alianzas y candidaturas. La disputa por el control del partido y la definición de la línea política a seguir continúa en el centro de la escena, mientras el futuro de la coalición peronista se ve cada vez más incierto.

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