
El Partido Justicialista de Neuquén entró de lleno en la carrera para redefinir su futuro. Luego de meses de disputas, fallos judiciales y un retroceso electoral sin precedentes, la dirigencia provincial convocó a elecciones internas para el 15 de marzo de 2026, una fecha que no solo marca el inicio de un proceso institucional, sino también la posibilidad concreta de medir fuerzas al interior del espacio. La apuesta es clara: reordenar al peronismo neuquino en un momento donde el impacto de las últimas legislativas dejó heridas abiertas y la necesidad de reconstrucción ya no puede postergarse.
El anuncio fue encabezado por la presidenta del partido, María Elena Paladino, quien aseguró que el proceso se enmarca en una etapa de “profunda reorganización”. Y no es menor: el PJ atraviesa su fase más delicada en 30 años, sin representación en el Senado, con una presencia mínima en Diputados y con sectores internos que cuestionan la conducción y reclaman mayor apertura. En ese escenario, las internas del PJ neuquino aparecen como un examen crucial para determinar quién conducirá el nuevo ciclo político rumbo a 2027.
Un calendario ajustado y señales de normalización
El cronograma partidario, que deberá ser validado por la Junta Electoral, marca una serie de fechas clave para ordenar el proceso. El cierre de afiliaciones está previsto para el 19 de diciembre de 2025, mientras que la entrega del padrón definitivo se realizará el 20 de enero. Luego, el sistema seguirá con la solicitud de número de lista el 5 de febrero, la presentación de candidaturas el 23, y finalmente la oficialización el 26. El 15 de marzo será el día elegido para votar y, tras el escrutinio, las nuevas autoridades se proclamarán el 30 de marzo.
La precisión del cronograma intenta enviar una señal clara hacia adentro y hacia afuera: el partido quiere dejar atrás meses de incertidumbre institucional. No es casual que uno de los detonantes de este llamado haya sido el fallo de la Justicia Federal que anuló la prórroga de mandatos aprobada en mayo y obligó a convocar a internas. La conducción apeló la decisión, pero el proceso terminó acelerando una discusión largamente demorada: cómo reorganizar un espacio que perdió territorialidad, volumen político y representación legislativa.
Tensiones internas y el surgimiento de nuevos sectores
En paralelo al llamado a elecciones, distintos sectores expresaron sus diferencias. Entre ellos, la Corriente Peronista de Base, un espacio que cuestiona las sanciones aplicadas a militantes que participaron en otros armados —como Neuquinizate, el sector que acompañó al gobernador Rolando Figueroa— y que denuncia la falta de debate político dentro del PJ. Aunque insisten en que no son “rolistas”, aseguran que el partido perdió capacidad de representar a una oposición clara, tanto al gobierno provincial como al nacional.
Las tensiones no son nuevas, pero se profundizaron tras el resultado de las legislativas de octubre. La lista que encabezó Silvia Sapag quedó muy lejos de La Libertad Avanza y de La Neuquinidad, con apenas un 15% de los votos. La salida de Oscar Parrilli del Senado terminó de confirmar un escenario inédito: por primera vez desde 1995, el peronismo neuquino no tendrá banca en la Cámara Alta. En Diputados, el único representante es Pablo Todero, lo que evidencia el retroceso político que ahora el partido busca revertir.
En este contexto complejo, Paladino sostuvo que la convocatoria intenta garantizar “la participación de todos los afiliados en condiciones regulares” y abrir un camino de reconstrucción partidaria. Según afirmó, la renovación de autoridades es el primer paso para volver a construir un peronismo competitivo, con capacidad de ofrecer una alternativa seria de cara a las provinciales de 2027.
Una chance para recuperar identidad y conducción
La apuesta no es menor. Las internas del 15 de marzo funcionarán como un reordenamiento general, un punto de partida para recuperar identidad política y establecer liderazgos que representen al conjunto del peronismo neuquino. En un escenario donde la fragmentación interna convivió con la pérdida de representación institucional, la posibilidad de renovar autoridades llega como una oportunidad —y también como una prueba— para medir qué sector logra sintetizar las demandas de afiliados y militantes.
Más allá del tono institucional que marca el calendario, la dirigencia sabe que el desafío es más profundo: reconstruir un partido que supo ser protagonista en Neuquén y que hoy enfrenta la necesidad de reconstruir su base territorial, recuperar debates programáticos y volver a insertarse en la disputa política provincial.





















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