El conflicto en la Franja de Gaza ha entrado en una fase crítica con la presentación de un plan de paz de 20 puntos impulsado por el presidente estadounidense, Donald Trump, y respaldado por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu.
La propuesta, que Trump ha calificado con su habitual hipérbole como un posible catalizador para la "paz eterna en Oriente Medio", lleva implícito un severo ultimátum para Hamás: aceptar la desmilitarización o enfrentar un "final triste" en un plazo de "tres o cuatro días".

La Imposición de la "Victoria Total"
El plan, negociado con Israel y algunos países árabes, favorece de manera abrumadora los intereses israelíes, validando la visión de Netanyahu de una "victoria total" que desmantele a Hamás.
La estructura del acuerdo es un marco para el fin inmediato de los combates, pero bajo condiciones draconianas para el grupo terrorista:
- Desarme Incondicional: Hamás debe desarmarse completamente y será excluido de cualquier futuro rol de gobierno en Gaza. Los combatientes que acepten la coexistencia y entreguen sus armas podrían recibir amnistía; el resto deberá exiliarse.
- Devolución de Rehenes: Exige la liberación de todos los rehenes (vivos y fallecidos) en las 72 horas posteriores a la entrada en vigor del plan, una condición que despoja a Hamás de su última y más valiosa herramienta de negociación. A cambio, Israel liberaría a cientos de prisioneros palestinos, incluidos 250 condenados a cadena perpetua.
- Gobernanza Externa: Gaza quedaría bajo un gobierno provisional tecnocrático, supervisado por una "Junta de Paz" internacional, presidida por Trump e integrada por figuras como Tony Blair. Para la seguridad, se desplegaría una Fuerza Internacional de Estabilización (ISF), con tropas árabes y musulmanas.
- Presencia Israelí: Aunque Israel se compromete a no ocupar ni anexar Gaza, mantendrá una presencia militar indefinida a lo largo de su perímetro de seguridad.
- Reconstrucción y Ayuda: Se lanza un masivo plan de reconstrucción y ayuda humanitaria, vinculando el alivio a la aceptación del nuevo marco político.
Las Victorias Pírricas de Hamás y el Riesgo de Falla
A pesar de la dureza de las condiciones, Hamás puede apuntarse la liberación de cientos de prisioneros palestinos y la renuncia de Israel a la anexión de Gaza. No obstante, las dificultades que el marco no aborda directamente son numerosas:
Falta de Detalle: El plan de 20 puntos no detalla cuestiones cruciales como las líneas concretas de retirada israelí, las identidades específicas de los prisioneros palestinos a liberar, ni las condiciones específicas para la gobernanza posguerra. Cualquiera de estos puntos tiene el potencial de descarrilar el acuerdo de paz.
La Resistencia de Hamás: El grupo armado considera inaceptable el desarme y la entrega de rehenes, lo que les priva de su única moneda de cambio. También rechazan la ISF, considerándola una nueva ocupación.
El Doble Juego de Netanyahu: A pesar de su aceptación, Netanyahu ha matizado públicamente el plan, insistiendo en que las tropas israelíes permanecerán en gran parte de Gaza y que "resistirá por la fuerza" un Estado palestino, contradiciendo los términos del acuerdo de Trump.
Un Acuerdo Que Nadie Puede Rechazar (o Aceptar)
La debilidad militar de Hamás tras dos años de guerra, sumada al aislamiento regional (Turquía, Egipto y Qatar han acogido positivamente el plan) lo coloca en una posición de extrema presión, aunque la Yihad Islámica ya lo ha rechazado. Como señalaron fuentes palestinas, es probable que la respuesta oficial sea un "sí, pero", buscando negociar términos más favorables.
Las dudas no provienen solo de Hamás. El propio Netanyahu ha matizado los puntos clave, insistiendo en que las tropas israelíes permanecerán en gran parte de Gaza. Por su parte, mediadores clave como Qatar han advertido que el plan "aún necesita aclaraciones", pues el texto final difiere de las discusiones previas, siendo más favorable a Israel y omitiendo lenguaje sobre Cisjordania.
En este complejo escenario, la última palabra la tiene la población de Gaza. Devastada y sin esperanza, la mayoría de los gazatíes expresan que aceptarían "cualquier plan que ponga fin a la guerra", incluso si está "lleno de trampas". Un rechazo de Hamás, como advierten algunos periodistas palestinos, solo significaría dar a Netanyahu luz verde para continuar la destrucción con respaldo estadounidense.
El plan de Trump es un marco, no un acuerdo cerrado. Su destino depende de si las partes, acorraladas, encuentran una mínima grieta de supervivencia en sus 20 puntos o si la ambigüedad que lo caracteriza sirve, una vez más, para que los extremistas de ambos bandos lo saboteen. El fin de la guerra está cerca, pero la verdadera paz, tal como la conciben los palestinos, sigue siendo un horizonte lejano.
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