La Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) en Arroyito atraviesa una etapa de incertidumbre. A finales de este mes vence el contrato firmado en 2023 entre el gobierno provincial y la Nación para su reactivación, pero aún no hay una decisión final sobre su futuro. Aunque se han mencionado posibles prórrogas y negociaciones con empresas interesadas en adquirir el insumo, las dudas sobre la continuidad del proyecto crecen.

Este acuerdo, que originalmente involucraba una inversión de más de 20.000 millones de pesos por parte del Tesoro Nacional, tenía como objetivo tanto la conservación como la puesta en marcha de la planta. Sin embargo, a pocos días de la fecha límite, solo se han realizado tareas básicas de mantenimiento, a cargo de unos 120 empleados. La falta de fondos suficientes y los retrasos en los pagos han generado alarma entre los trabajadores, que no tienen certeza ni sobre sus salarios actuales ni sobre el futuro de sus empleos.

Un proceso lleno de vacíos


El cierre de la planta en 2017, bajo la presidencia de Mauricio Macri, dejó a la PIAP inactiva, aunque en un principio se consideró como una pausa de mantenimiento. Desde entonces, la producción de agua pesada, esencial para el funcionamiento de los reactores nucleares en Argentina, ha sido cubierta mediante importaciones, lo que representa una disminución en la capacidad nacional de producción. Esta situación generó aún más presión sobre la necesidad de reactivar la planta.

El actual gobierno provincial, con el respaldo de trabajadores y gremios, ha solicitado la extensión del contrato de mantenimiento por seis meses más, hasta octubre de 2025, para evitar el cierre definitivo. Sin embargo, esta decisión depende de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Nación, lo que aumenta la sensación de incertidumbre.

La falta de un acuerdo formal entre las partes y las continuas demoras en la asignación de recursos, que son necesarios para cubrir los costos de operación, continúan siendo uno de los mayores puntos de conflicto. Mientras tanto, el debate sobre el futuro de la planta sigue abierto, y los trabajadores exigen garantías de que la planta continuará operando sin riesgos de paralización total.

¿Qué depara el futuro de la PIAP?


El panorama para la Planta Industrial de Agua Pesada se mantiene en vilo. A pesar de las promesas de negociaciones y posibles acuerdos, lo cierto es que aún no se sabe con certeza si la planta continuará operando después del 30 de abril. El gobierno provincial se encuentra en conversaciones con la CNEA para extender el contrato de mantenimiento, pero los plazos siguen siendo inciertos, lo que deja a los empleados y a la industria de la energía nuclear del país en una situación de constante expectativa.

La planta, que en su momento fue capaz de producir hasta 200 toneladas anuales de agua pesada, sigue siendo una pieza clave para el sector energético nacional. Sin embargo, las dificultades administrativas y la falta de inversión amenazan con frenar su reactivación definitiva.

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