En los pasillos del Congreso, donde las estrategias se cocinan a fuego lento y cada voto vale más que una promesa, un nombre comenzó a ganar volumen: Nadia Márquez. La senadora electa por Neuquén, una de las voces más fieles a La Libertad Avanza, podría convertirse en la próxima presidenta provisional del Senado, un puesto clave en la línea sucesoria del país y en la disputa interna por el poder dentro del espacio libertario.

El movimiento, impulsado por Karina Milei y Martín Menem, busca reordenar el tablero político del oficialismo en el Congreso. Si se concreta, Márquez reemplazaría al actual titular, Bartolomé Abdala, y se transformaría en una pieza decisiva para mantener el control del Senado bajo la órbita directa de la Casa Rosada.

Un ajedrez de poder entre Villarruel, Karina y los libertarios duros

La jugada tiene varias lecturas políticas. Por un lado, Victoria Villarruel, actual vicepresidenta y presidenta del Senado, quedó fuera de las últimas reuniones estratégicas encabezadas por Javier y Karina Milei. Según trascendió, el objetivo es limitar el margen de acción de Villarruel y evitar que el Senado se convierta en un espacio de autonomía política dentro del gobierno.

En este escenario, Márquez aparece como la aliada ideal: disciplinada, leal y alineada al discurso centralista del mileísmo. En las últimas semanas, su nombre fue mencionado en las conversaciones entre la secretaria general de la Presidencia y los principales referentes legislativos del oficialismo.

No especulo con el lugar que pueda o no ocupar, simplemente estoy a disposición del Presidente y de Karina en el lugar o función que ellos necesiten”, declaró Márquez al ser consultada sobre la posibilidad de asumir el nuevo rol. Con ese mensaje, ratificó su disposición a actuar como figura de consenso dentro del bloque libertario.

Una senadora con sello neuquino y proyección nacional

Nadia Márquez fue una de las primeras en respaldar la candidatura de Javier Milei y en sostener el discurso liberal en el Congreso. Su lealtad al tándem Karina Milei–Martín Menem la llevó a ser designada secretaria general del partido y a convertirse en una de las voces más escuchadas del espacio en el Parlamento.

Desde su banca en Diputados —y ahora como senadora electa por Neuquén—, supo combinar el perfil combativo con una mirada estratégica, posicionándose como figura de confianza del Ejecutivo. Su papel como eventual presidenta provisional del Senado consolidaría ese vínculo y le otorgaría un peso político inédito para una representante patagónica.

Mientras tanto, Patricia Bullrich prepara su desembarco como senadora y jefa de bloque, un movimiento que sumará tensión a la interna oficialista. En ese contexto, Márquez podría actuar como equilibrio entre las figuras más fuertes del espacio, garantizando el orden legislativo y la conducción política en un Senado donde las mayorías son frágiles y las alianzas, temporales.

Una disputa que definirá el rumbo del Senado

El desenlace de esta puja se conocerá en febrero, cuando se voten las nuevas autoridades de la Cámara Alta. Abdala, respaldado por parte del bloque, no planea renunciar antes de tiempo, pero el peso político del núcleo duro libertario parece inclinar la balanza.

Para Milei y su entorno, colocar a Nadia Márquez en ese sillón es mucho más que una decisión administrativa: es un movimiento estratégico para blindar la gobernabilidad y asegurar que la segunda línea del poder institucional responda sin fisuras al proyecto presidencial.

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