La tarde del martes, el centro de Neuquén se convirtió en escenario de una movilización cargada de emoción y dolor. Cientos de personas marcharon desde el monumento al General San Martín hasta la Casa de Gobierno bajo una consigna que retumbó en cada paso: “Un solo grito: justicia”.
El reclamo reunió historias que conmovieron a toda la provincia: la desaparición de Luciana Muñoz, el transfemicidio de Azul Semeñenko, el asesinato de Silvia Cabañares y la búsqueda desesperada de la niña Yessica Antelo. Cada nombre fue pronunciado como un llamado urgente frente a lo que las familias describen como una emergencia que el Estado “no puede seguir negando”.

“Hoy empieza una nueva lucha. Estoy seguro de que vamos a llegar a la justicia que Azul y cada una de las compañeras necesitan”, expresó Marcos, hermano de Azul Semeñenko, visiblemente conmovido tras la audiencia judicial que imputó al principal sospechoso del crimen.

Una marcha de dolor y esperanza

El recorrido estuvo atravesado por cánticos, silencios, pancartas y un símbolo que marcó la jornada: un colchón manchado de pintura roja colocado frente al monumento al San Martín. La intervención artística buscó representar la violencia y la indiferencia institucional ante los cuerpos vulnerados.

En medio de aplausos y lágrimas, Kathy, madre de Yessica Antelo, pidió ayuda para encontrar a su hija de 10 años desaparecida en Balsa Las Perlas:

“Al gobierno no le importa el dolor de las madres. Les pido a todos que me ayuden a encontrarla”.

A su lado, Lila Aguerre, madre de Luciana Muñoz —desaparecida desde el 13 de julio de 2024—, volvió a renovar su esperanza:

“No voy a bajar los brazos. Me la van a tener que traer”.

Un reclamo que interpela a toda la sociedad

El cierre frente a la Casa de Gobierno fue tan emotivo como contundente. Las familias se abrazaron y repitieron el mensaje que atravesó toda la jornada: “No queremos más nombres en las marchas. Queremos justicia y que el Estado actúe antes de que haya otra víctima”.

La madre de Luciana, Mirta Muñoz, fue una de las últimas en hablar:

“Luciana está viva. Que la devuelvan. No hay justicia en Neuquén capital, los desaparecen como si nada y el Estado mira para otro lado”.
La familia sostiene que la joven podría haber sido víctima de trata de personas, un caso que mantiene en vilo a la comunidad.

En Neuquén, el reclamo por justicia dejó de ser solo una consigna: se transformó en un grito colectivo que atraviesa generaciones y exige políticas concretas de prevención y acompañamiento.
Cada marcha recuerda que la lucha no termina hasta que no haya una víctima más.

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