Un programa que transforma internaciones

Desde su puesta en marcha, Saru y Cora —dos golden retrievers entrenadas por “Las MacAnitas” junto a Ana Morinigo— visitan espacios verdes y salas pediátricas del hospital. En dos años acompañaron a 54 niñas, niños y adolescentes, logrando:
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reducción de ansiedad, miedo y dolor
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mejoras en el ánimo y en la participación durante tratamientos
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contención afectiva en internaciones prolongadas
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momentos lúdicos que alivian la rutina hospitalaria
Profesionales y familias destacan cómo la presencia de los perros favorece la relajación en consultas, estudios y procedimientos invasivos.
Llega Ari: un chihuahua para intervenciones emocionales más suaves
A partir de un acuerdo entre el hospital, la Defensoría del Pueblo bonaerense y el Observatorio del Vínculo Humano-Animal (UNAJ), se suma al equipo Ari, un chihuahua de pelo largo con un perfil diferente al de las golden.
Mientras Saru y Cora realizan actividades grupales, dinámicas y de juego, Ari se especializa en acompañamiento cercano, de contacto tranquilo y baja demanda física. Su presencia resulta ideal para:
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niñas y niños con ansiedad alta
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situaciones médicas sensibles
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acompañamiento uno a uno
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favorecer el vínculo emocional y la comunicación
Actualmente se encuentra en proceso de adaptación, recorriendo el hospital junto a su equipo acompañante.
Dos programas, un mismo objetivo: cuidar el cuerpo y también el corazón
Los proyectos conviven y se articulan con una meta compartida: humanizar la atención y mejorar la experiencia de quienes atraviesan una internación pediátrica.
Con apoyo del director ejecutivo Gustavo Sastre y del Servicio de Trabajo Social, el hospital integra juego, emoción, vínculo y bienestar como parte del tratamiento, entendiendo que la salud no es solo biológica, sino también afectiva.
El interés por sumar estas terapias crece en otros servicios del hospital y siempre se realiza con consentimiento de cada niño, niña o adolescente.
Sanar también es acompañar
La Ludovica sigue consolidando un enfoque de salud sensible y cercano, donde los perros se convierten en puentes que alivian, conectan y sostienen. Una escena que se repite: bata blanca, manos pequeñas, una cola moviéndose… y un miedo que baja.
Un recordatorio simple y poderoso:
a veces, el mejor medicamento tiene cuatro patas y nombre propio.



















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