
La posibilidad de que la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) vuelva a producir en Arroyito, tras siete años paralizada, parece más cercana que nunca. El ministro de Planificación de Neuquén, Rubén Etcheverry, explicó que esta vez existen factores concretos que permiten pensar en una reactivación real: la demanda mundial de agua pesada está asegurada por casi una década, y los precontratos de venta superan la capacidad de producción de la planta.
La Empresa Neuquina de Servicios Integrales (ENSI), operadora del complejo, lanzó una convocatoria para conseguir financiamiento nacional e internacional destinado a la modernización y reactivación de la planta, que pertenece a la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA). Se estima una inversión inicial de 20 meses de obras y un capital total de 90 millones de dólares para ponerla nuevamente en marcha.
Etcheverry recordó que los intentos anteriores de reactivar la PIAP fracasaron porque “no existía demanda en el mercado internacional”. Sin embargo, la situación cambió de forma sustancial: “Hoy el agua pesada vuelve a tener valor estratégico, no solo como insumo para los reactores de energía nuclear, sino también para la investigación científica, la industria química y otros procesos industriales”, explicó.
La energía nuclear, antes cuestionada, ahora es considerada una fuente verde y libre de emisiones de gases de efecto invernadero, lo que impulsó su recuperación global. Según el ministro, la demanda de agua pesada está comprometida por ocho años, incluso más allá de la capacidad de producción de la planta neuquina, que ya tiene preacuerdos firmados por ambas líneas de fabricación.
“Esa demanda insatisfecha es la clave: hoy el mundo necesita más agua pesada de la que la PIAP puede producir”, subrayó el funcionario. “Esto permite garantizar el repago del crédito y hace viable el financiamiento internacional”.
ENSI y CNEA negocian la extensión del contrato
La CNEA, propietaria del activo, y ENSI, encargada de la operación, renegocian la extensión del contrato de conservación mientras se concreta el financiamiento. “Estamos gestionando una prórroga de cuatro meses que nos permita sostener los puestos de trabajo y mantener las instalaciones operativas”, detalló Etcheverry.
Aclaró que los trabajadores se encuentran con los salarios al día, aunque admitió que hubo demoras en los pagos de la CNEA a ENSI, lo que generó algunas deudas con proveedores. “La continuidad laboral está asegurada mientras avance la negociación”, agregó.
Sobre la postura del organismo nacional, señaló que la CNEA no desea seguir aportando fondos directamente, en línea con la política del Gobierno nacional de reducir gastos en empresas estatales. Por eso, el esquema de reactivación prevé atraer inversores privados y fondos internacionales, con la posibilidad de ceder contratos futuros de venta para el repago del crédito.
Un impulso tecnológico que acelera inversiones
Durante la entrevista radial, Etcheverry también adelantó que el próximo jueves 6 de noviembre se realizará un Tech Day en Casa de Gobierno, donde se presentarán proyectos vinculados a inversiones tecnológicas y centros de datos.
Mencionó que el reciente interés de OpenAI por instalar un data center en la Patagonia, con una inversión estimada de 25.000 millones de dólares, aceleró gestiones locales para captar inversiones en Neuquén. “Llevamos más de un año trabajando con grupos internacionales que evalúan a la provincia por su clima, estabilidad política y disponibilidad energética”, dijo.
“Neuquén tiene ventajas naturales y logísticas que nos ponen en una posición favorable si finalmente se concreta ese desembarco”, adelantó.
El desafío de una reactivación esperada
La PIAP de Arroyito fue en su momento la mayor productora mundial de agua pesada, un insumo esencial para la energía nuclear. Su paralización en 2018 dejó a cientos de trabajadores sin tareas y a la provincia con un activo industrial subutilizado. Hoy, el contexto energético global y los compromisos de compra dan señales de una oportunidad inédita.
“Hay entusiasmo porque esta vez las condiciones están dadas: hay demanda, contratos y una rentabilidad razonable que permite repagar la inversión”, concluyó Etcheverry. Si se logra el financiamiento, la planta podría volver a funcionar en menos de dos años, marcando un nuevo capítulo en la historia industrial neuquina.
                                                        
    					





















    			
                			
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