Con la instalación de los primeros pilotes y el desvío de servicios públicos, Neuquén puso en marcha esta semana la construcción de un nuevo puente sobre calle Anaya. La estructura no solo será un nexo vial entre barrios ribereños, sino también el primer paso de un ambicioso plan provincial que busca reactivar el brazo Todero del río Limay, un cauce cerrado desde hace más de cinco décadas.

El proyecto, impulsado por la Subsecretaría de Recursos Hídricos de la provincia, forma parte de una estrategia ambiental más amplia que incluye también los futuros puentes de las calles Saavedra e Ignacio Rivas. La nueva obra tendrá 12 metros de largo por 20 de ancho, y contará con veredas y bicisendas, incorporando criterios de conectividad urbana y sustentabilidad ambiental.

La intervención sobre calle Anaya no es menor: además de mejorar la transitabilidad entre barrios costeros, el puente está diseñado para permitir el paso del agua bajo su estructura. El objetivo es reactivar el flujo del brazo Todero, lo que permitirá recuperar parte del ecosistema natural de la zona y prevenir futuras crecidas del Limay.

“Queremos que el agua vuelva a circular y que la gente pueda cruzar con seguridad. Es una obra estratégica tanto en lo ambiental como en lo urbano”, explicó el ingeniero Gustavo Baratti, director de Proyectos y Obras de la subsecretaría. Baratti detalló que ya comenzaron los trabajos de pilotaje y el desvío de redes de agua, cloacas, gas y electricidad, necesarias para liberar el área de intervención.

Actualmente trabajan unas 30 personas en distintos frentes de obra. Las condiciones climáticas, hasta ahora favorables, permiten avanzar sin demoras. Se estima que la obra llevará un total de 470 días, y desde el organismo provincial se pidió paciencia a los vecinos por los desvíos y cortes provisorios que puedan presentarse durante la ejecución.

Además de su valor estructural, el nuevo puente busca integrar sectores de la ciudad que han crecido a espaldas del río. La intención es que la zona deje de ser un límite físico para convertirse en un espacio de encuentro, con acceso peatonal, ciclovías y un entorno natural revitalizado.

“El beneficio será para todos. No es solo una obra de infraestructura, es también una apuesta a reconectar con el río y con la historia de la ciudad”, concluyó Baratti. La obra se inscribe dentro de una serie de iniciativas que buscan recuperar la relación entre la ciudad de Neuquén y su entorno fluvial, en una región que crece aceleradamente y necesita infraestructura que mire hacia el futuro, pero también repare las deudas del pasado.

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