La Ruta Nacional 151, arteria fundamental para la conexión entre el Alto Valle de Río Negro, el norte de la Patagonia y parte de la región cuyana, se encuentra al borde del colapso. Quienes la transitan describen una escena alarmante: baches que superan los 20 centímetros de profundidad, deformaciones que obligan a frenar bruscamente, banquinas inexistentes y señalización escasa o en mal estado.

El deterioro no es nuevo, pero ha alcanzado niveles críticos en los últimos meses. Localidades como Cinco Saltos, Barda del Medio, Sargento Vidal y Catriel son epicentro de un reclamo que crece tanto en la calle como en las redes sociales. Los testimonios de vecinos, transportistas y productores coinciden en un punto: la ruta representa un peligro constante, tanto para el transporte de carga como para el tránsito particular y turístico.

“Es una ruta que se usa todos los días, y cada día está peor. No sabés si vas a llegar entero”, comentó un productor frutícola que circula a diario entre Cipolletti y Catriel. “Los pozos te pueden romper una cubierta o hacerte perder el control del vehículo. Y lo peor es que no hay banquinas: si te salís, te vas al pasto o a una zanja.”

Consecuencias económicas y humanas

La Ruta 151 no es solo una vía más: es estratégica para el transporte de hidrocarburos desde Vaca Muerta, la salida de frutas hacia los puertos del Atlántico, y el turismo invernal que se desplaza hacia el sur desde Mendoza, San Juan y La Pampa. Cada kilómetro deteriorado de esta traza impacta en la economía regional, encarece los costos logísticos y pone en riesgo la integridad de miles de personas.

Desde los municipios involucrados, hay pedidos formales a Vialidad Nacional para que se declare la emergencia vial y se aceleren las obras de repavimentación. Sin embargo, más allá de algunos trabajos parciales de bacheo realizados durante 2023, no se ha avanzado en una reparación integral. “Los parches no sirven. Hay que rehacerla de cero”, afirman desde las cámaras de transporte de la región.

Mientras tanto, las redes sociales y los medios locales se han convertido en canales de denuncia: videos caseros muestran camiones zigzagueando entre baches y autos detenidos con neumáticos reventados. El temor generalizado es que la falta de respuesta estatal derive en una tragedia anunciada.

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