La Ruta Provincial N° 23 dejó de ser solo un recorrido entre puntos geográficos. Con la reciente declaración de la Legislatura de Neuquén, pasó a ser un corredor escénico con valor turístico, ambiental y cultural. No se trata únicamente de su belleza natural —que la tiene de sobra—, sino también de lo que representa: un cruce entre naturaleza y cultura viva.
La medida reconoce no solo el potencial paisajístico del camino, que va desde el Paso Internacional Pino Hachado hasta Junín de los Andes, sino también su importancia como territorio compartido con comunidades originarias. Se trata de una zona donde la historia, los saberes ancestrales y el presente conviven a la vera del ripio y el asfalto.
La norma establece que los municipios y comisiones de fomento que atraviesa la Ruta 23 podrán adherir voluntariamente a esta designación. En concreto, esto implica una serie de compromisos: desde la preservación ambiental del corredor hasta la señalización interpretativa que permita a los visitantes comprender mejor el valor cultural y natural de la zona.
El Poder Ejecutivo será el encargado de implementar estas medidas, pero no lo hará solo. La ley remarca que cualquier intervención deberá coordinarse con las comunidades locales y pueblos originarios. El objetivo es claro: no solo proteger el entorno, sino también garantizar que las voces de quienes habitan este territorio sean parte activa de su desarrollo turístico.
La Ruta 23 recorre 205 kilómetros y conecta Junín de los Andes con Villa Pehuenia y Aluminé, atravesando parajes donde la cordillera se vuelve protagonista. En su trayecto, aparecen paisajes de postal: el río Aluminé, el Parque de Nieve Batea Mahuida, los lagos Moquehue y Ñorquinco, Ruca Choroy, Quillén y la Cuesta del Rahue, entre otros puntos de interés.
Cada uno de estos sitios no solo es un atractivo turístico, sino también parte de una geografía cultural que forma parte de la identidad neuquina. En muchos casos, son lugares habitados o recorridos ancestralmente por pueblos originarios, con historias que no siempre figuran en los folletos pero sí en la memoria de sus habitantes.
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