
El aeropuerto Presidente Perón está atravesando uno de los momentos más decisivos de su historia reciente. El regreso de la ruta Neuquén–Santiago de Chile —confirmada por Aeropuertos Argentina y operada por Latam— no solo reactiva la conectividad internacional, sino que dispara una ola de obras que buscan mejorar cada paso del viaje: desde comer, esperar y embarcar, hasta dormir a metros de la terminal. Con 125 mil pasajeros en octubre, el aeropuerto registró su mayor volumen de actividad y encendió la necesidad urgente de expandir servicios y capacidad.
Ese crecimiento marcó un antes y un después. Con un flujo mensual que supera los 100 mil pasajeros y una ocupación que rara vez baja del 80 %, la concesionaria decidió acelerar inversiones: ampliación de embarque, más locales gastronómicos de cadenas reconocidas y la construcción de un hotel de 80 plazas especialmente orientado al turismo corporativo que llega impulsado por Vaca Muerta. La idea es simple: que quien llega a Neuquén encuentre un aeropuerto a la altura del movimiento económico que hoy define a la región.
Un aeropuerto que crece al ritmo de la Patagonia
La nueva conexión internacional operará con cuatro frecuencias semanales y permitirá mover unos 25 mil pasajeros al año. Para Neuquén, este enlace no es un lujo: es una pieza estratégica en un mapa aéreo que se volvió insuficiente frente al despegue de Vaca Muerta y la dinámica empresarial que rodea a la industria energética.
Daniel Ketchibachian, CEO de Aeropuertos Argentina, fue claro al presentar los anuncios: “La conectividad internacional era lo que estaba faltando”. Con esa frase, dejó explícito que el plan no se limita a sumar vuelos, sino a darle a Neuquén un aeropuerto preparado para operar en otro nivel.
La terminal hoy gestiona entre 12 y 15 vuelos diarios distribuidos en seis rutas de cabotaje, un volumen considerable para una infraestructura pensada para una demanda mucho menor hace una década. Por eso, dentro de las obras proyectadas se incluye la reubicación del control de seguridad en la planta alta, con el objetivo de descongestionar la circulación y mejorar el flujo de pasajeros en los horarios pico.
Pero la expansión no se detiene ahí: también se prevé la renovación de pantallas informativas en el área de check-in y la ampliación de la zona de embarque doméstico, una obra clave para absorber la demanda que se estima seguirá creciendo en 2026.
Más gastronomía, mejor confort y un hotel clave para el turismo corporativo
Una de las transformaciones más visibles para los pasajeros será la ampliación de la oferta gastronómica. Ketchibachian lo explicó con una frase que resume el rumbo de la inversión: “Si una empresa como Latam confía en operar en Neuquén es porque ven un aeropuerto que invierte”. Y en ese sentido, mejorar la experiencia del viajero se vuelve imprescindible.
Las obras ya realizadas incluyen mejoras en eficiencia energética, nuevas señaléticas y espacios diseñados para orientar mejor a los usuarios que transitan la terminal. Son cambios que quizá no ocupan titulares, pero que hacen la diferencia para quienes viajan por trabajo o turismo varias veces al mes.
El proyecto más ambicioso dentro de la modernización es el hotel de 80 plazas que se levantará a pocos metros de la terminal. La apuesta apunta directamente al turismo corporativo, un segmento que creció al calor del movimiento empresarial vinculado a Vaca Muerta. La posibilidad de alojarse a metros de los vuelos —sin necesidad de traslados urbanos— representa una ventaja competitiva para la provincia y convierte al aeropuerto en un verdadero polo de servicios.





















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