La situación de la Planta Industrial de Agua Pesada (PIAP) volvió a instalarse en la agenda pública este martes con una protesta en el centro de Neuquén capital. Los trabajadores de la planta de Arroyito salieron a visibilizar su reclamo por la reactivación del complejo, al tiempo que mantienen la expectativa por un encuentro programado con el ministro de Planificación, Rubén Etcheverry, que podría marcar un punto de inflexión en el conflicto.
Jonathan Valenzuela, secretario general de ATE Senillosa, advirtió que los 124 empleados atraviesan “una incertidumbre plena” sobre su continuidad laboral, ya que los contratos vigentes fueron prorrogados solo hasta octubre. Según planteó, el futuro inmediato depende de las decisiones que adopte la Provincia junto a Nación respecto al mantenimiento y la eventual puesta en marcha de la planta.
La jornada comenzó a las 9 de la mañana con una panfleteada en Avenida Argentina y Roca, frente al monumento a San Martín. Los trabajadores decidieron no interrumpir el tránsito, pero sí dar visibilidad a un reclamo que arrastran desde hace años: que la PIAP, considerada la planta de agua pesada más grande del mundo, vuelva a tener producción activa.
El malestar de los empleados no solo responde a la falta de certezas sobre su continuidad laboral, sino también al deterioro progresivo de una infraestructura que lleva años sin funcionar a pleno. “Hay demanda de empresas compradoras de agua pesada, pero necesitamos que la planta se reactive”, señaló Valenzuela en declaraciones radiales.
Consultado sobre una eventual privatización, el dirigente gremial fue categórico: “No veo futuro de la PIAP por fuera del Estado”. A su entender, el rol estatal es imprescindible para sostener un proyecto estratégico vinculado a la energía nuclear.
Expectativas por la reunión con el Gobierno
El momento central de la jornada está previsto para las 11 hs, con una reunión entre una delegación de trabajadores y el ministro de Planificación provincial, Rubén Etcheverry. Desde el gremio esperan que allí se defina un camino claro para garantizar la continuidad laboral y el futuro productivo de la planta.
El propio Etcheverry había adelantado la semana pasada que la provincia alcanzó un entendimiento con Nación para firmar, en un plazo de quince días, un nuevo acuerdo que asegure el mantenimiento de la PIAP y abra la puerta a financiamiento externo. “Acordamos que firmaremos un acuerdo para garantizar la conservación de la planta y conseguir contratos en firme”, señaló el funcionario en diálogo con una radio local.
La situación financiera es compleja. La Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA), propietaria del complejo, mantiene una deuda superior a los 4.000 millones de pesos con la Empresa Neuquina de Servicios de Ingeniería (ENSI), operadora de la planta. Esa falta de recursos ha sido uno de los principales obstáculos para avanzar en la reactivación.
Un futuro en suspenso
La PIAP, ubicada en Arroyito a 50 kilómetros de Neuquén capital, fue durante décadas un emblema de la industria nuclear argentina. Hoy, sin embargo, su actividad es casi nula y su continuidad depende de definiciones políticas y financieras que todavía no se concretan.
Mientras tanto, los trabajadores mantienen la presión en las calles. La protesta de este martes buscó no solo visibilizar la incertidumbre laboral, sino también recordar que la planta tiene un potencial estratégico para la provincia y para el país. “Queremos trabajar, no vivir con contratos que se renuevan cada pocos meses”, resumió Valenzuela.
El desenlace de la reunión con el Gobierno provincial será clave para saber si la PIAP inicia un camino de reactivación o si persiste en un limbo que, con el correr de los meses, amenaza con profundizar la crisis de sus trabajadores y de la planta misma.
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