La industria hidrocarburífera de Vaca Muerta cerró el primer semestre con cifras positivas en cuanto a producción, pero la segunda mitad del año empezó con señales preocupantes. El ajuste en la actividad ya se traduce en despidos, suspensiones y tensión gremial. La empresa NRG Argentina, principal proveedora de arena para el fracking, despidió a 640 personas en los últimos meses y opera con una planta mínima. En paralelo, el Sindicato de Petróleo y Gas Privado de Río Negro, Neuquén y La Pampa advirtió que más de 3.000 trabajadores están sin tareas o directamente desvinculados.
La situación encendió alarmas en toda la cadena de valor de la formación no convencional. El gremio que conduce Marcelo Rucci declaró el estado de alerta y convocó a un paro de 48 horas para esta semana, aunque la medida quedó suspendida por una conciliación obligatoria dictada a último momento. Aun así, el conflicto está lejos de resolverse.
NRG en crisis: caída de demanda y ajuste brutal
El caso de NRG es el más visible, pero no el único. Desde noviembre de 2023, la compañía enfrenta una profunda crisis que derivó en la salida de casi el 90% de su plantilla. “Hoy trabajamos con unas 90 personas para cubrir la demanda real que existe”, señalaron desde la firma, que este año solicitó formalmente la convocatoria de acreedores.
El panorama del sector arenero es adverso: en lo que va de 2024, NRG apenas alcanzará las 600.000 toneladas procesadas, menos de la mitad del volumen necesario para que el negocio sea rentable. Según voceros de la empresa, los motivos del derrumbe son múltiples: menor actividad en Vaca Muerta, ingreso de arena foránea más barata, falta de inversiones y un tipo de cambio que encarece los costos operativos. El dato no menor: tanto los gobiernos provinciales como las operadoras estaban al tanto de la situación desde hace más de un año.
Alerta gremial: “Esto no es una crisis, es una decisión empresaria”
El malestar no se limita al sector arenero. Desde el gremio petrolero denuncian que hay más de 1.200 despidos registrados en los últimos meses y alrededor de 2.000 trabajadores suspendidos, que cobran apenas el salario básico sin tareas asignadas. “Esto no es una crisis, es una decisión empresaria de dejar de ganar. Pero los que pagan el costo son los trabajadores”, lanzó Rucci al anunciar la medida de fuerza.
Aunque el paro fue desactivado por la conciliación obligatoria del Gobierno Nacional, el sindicato ya anticipó que mantendrá la presión. La advertencia es clara: si no hay soluciones concretas, los conflictos se profundizarán.
La situación en Vaca Muerta plantea una paradoja cada vez más evidente: mientras los pozos baten récords de extracción y las cifras de exportación entusiasman al Gobierno, miles de trabajadores enfrentan despidos, incertidumbre y ajustes. El segundo semestre apenas comenzó, y ya deja ver que el pulso de la industria no solo se mide en barriles.
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