El auge de la producción petrolera en Vaca Muerta, considerada la gran promesa energética de Argentina, está chocando de frente con una realidad preocupante: la infraestructura vial no está preparada para sostener el crecimiento del sector. Las rutas provinciales 7 y 17, ejes fundamentales para el transporte de materiales, personal y equipos, se encuentran saturadas y al borde del colapso, afectando tanto a la industria como a los habitantes de la región.

Más de 1.300 camiones circulan a diario por estas rutas, una cifra que se duplicó respecto a 2024. El repentino aumento del tráfico, impulsado por decisiones logísticas como la adquisición centralizada de arena por parte de YPF desde Entre Ríos, ha convertido el tránsito en un caos cotidiano. Las demoras, los desvíos y el deterioro de las vías generan un impacto directo en los tiempos de producción y en los costos logísticos.

La sobrecarga no solo genera pérdidas económicas estimadas en más de 50 millones de dólares anuales, sino que además aumenta el riesgo de accidentes, contamina los pueblos cercanos y complica la movilidad diaria de las comunidades locales.

Obras inconclusas y promesas en suspenso

La crítica situación actual se explica, en parte, por el abandono de obras clave para el descongestionamiento vial. Un ejemplo paradigmático es la circunvalación de Añelo, una obra proyectada para desviar el tránsito pesado del casco urbano de esta localidad estratégica. La construcción, adjudicada en 2021 con un presupuesto inicial de 3.400 millones de pesos, quedó paralizada sin explicación oficial, dejando estructuras sin terminar y expuestas al desgaste del tiempo.

El gobernador Rolando Figueroa ha propuesto una solución basada en la colaboración público-privada: que las petroleras financien la finalización de la circunvalación, bajo un esquema de gestión compartida. Sin embargo, la propuesta aún no se ha traducido en acuerdos concretos ni plazos definidos.

Mientras tanto, los actores del sector siguen operando en un contexto de precariedad vial que contradice el discurso de modernización energética. La falta de planificación a largo plazo y de inversión en infraestructura básica pone en duda la sostenibilidad del crecimiento de Vaca Muerta, uno de los pocos motores económicos que aún funcionan con fuerza en el país.

Un desafío estructural con impacto regional

La crisis del transporte en Vaca Muerta ya no puede leerse como un problema sectorial. Afecta a los trabajadores, a las poblaciones del interior de Neuquén, y a toda la cadena productiva asociada. Las demoras y los desvíos encarecen los costos, pero también deterioran la calidad de vida de quienes habitan la región.

La urgencia de una solución integral no admite más dilaciones. Mientras las autoridades y las empresas debaten sobre modelos de financiamiento, el colapso avanza y amenaza con volverse estructural. El desafío, más que técnico o financiero, parece ser político: priorizar las obras esenciales antes de que la crisis vial termine por desacelerar el corazón energético del país.

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