El clásico paisaje de ríos amplios y playas caudalosas no se repetirá este verano en el Alto Valle. Los ríos Limay y Neuquén llegarán con sus niveles más bajos de los últimos años, en un contexto marcado por la sequía, la falta de nieve en la cordillera y las fuertes erogaciones de los embalses durante el invierno.
Francisco Baggio, subsecretario de Medio Ambiente y Protección Ciudadana de Neuquén, confirmó que “los caudales actuales están muy por debajo de los valores históricos” y anticipó un panorama poco habitual. “Se espera un verano con poca agua en el Limay y en el Neuquén, tanto aguas arriba como aguas abajo de la ciudad”, advirtió.

La situación preocupa a las autoridades, no solo por el impacto turístico y recreativo, sino también por su vínculo con el cambio climático. Según explicó Baggio, se trata de una combinación de factores: menos lluvias, menor acumulación de nieve y un uso intensivo de los embalses para sostener el sistema energético nacional durante los meses más fríos.

Embalses en recuperación y caudales mínimos

Durante la ola polar de este invierno, se liberaron grandes volúmenes de agua desde las represas del Comahue para abastecer la demanda eléctrica del Área Metropolitana de Buenos Aires. Esa decisión, aunque necesaria para el país, dejó a los embalses en niveles bajos.
“Ahora se está guardando agua para recuperar reservas. Por eso se liberan solo los caudales mínimos: 98 metros cúbicos por segundo en el río Neuquén y 250 en el Limay”, detalló Baggio.

A pesar de esta merma, el funcionario aseguró que todos los balnearios de Neuquén estarán habilitados durante la temporada estival. “Van a funcionar todos, aunque con menor caudal. Es la realidad que tenemos”, resumió.

Desde la Subsecretaría de Medio Ambiente explicaron que se reforzarán los controles y el monitoreo. Con caudales tan bajos, cambian las corrientes, la profundidad y los márgenes, lo que obliga a extremar las precauciones. El operativo de verano incluirá señalización de zonas seguras, controles de calidad del agua y vigilancia permanente.

Un déficit hídrico que preocupa a los técnicos

La Autoridad Interjurisdiccional de Cuencas (AIC) confirmó que los embalses del Comahue reciben entre un 40 y 60% menos de agua que el promedio histórico. “Llevamos 120 años de registros y esto marca una situación excepcional”, señaló Horacio Collado, especialista técnico de la entidad.
Las mediciones se realizan en puntos estratégicos como Barreales, Mari Menuco y La Higuera, donde se registran niveles de caudal y altura de presas. Las lluvias de mayo, fundamentales para recargar los embalses, fueron mucho más escasas de lo habitual, y el manto de nieve cordillerano fue mínimo.

De acuerdo con la AIC, esta reducción anticipa una menor disponibilidad de agua durante los meses cálidos, lo que podría afectar tanto el riego agrícola como la generación hidroeléctrica y las actividades recreativas.

Cambio climático y gestión del agua

El bajo caudal de los ríos Limay y Neuquén no solo modifica la postal del verano: también expone un fenómeno más profundo, vinculado a la variabilidad climática en la Patagonia. “Ya no se trata de una sequía estacional, sino de un proceso más estructural que compromete los ecosistemas y el equilibrio entre energía, riego y consumo urbano”, advirtió Baggio.

Mientras los embalses intentan recomponerse, los especialistas coinciden en que la región necesita una planificación hídrica sostenida. En este escenario, el verano se perfila distinto: habrá playas abiertas, pero con ríos más delgados, un recordatorio tangible de que los ciclos naturales también están cambiando.

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