En otro giro de timón para la industria energética, YPF confirmó que no construirá la prometida megaplanta de Gas Natural Licuado (GNL) que originalmente iba a instalarse en Bahía Blanca y que, por orden de Javier Milei, fue "trasladada" a Río Negro.
El proyecto queda formalmente cancelado y la petrolera estatal ahora concentrará sus esfuerzos en la instalación de buques licuefactores para exportar gas desde la costa.
La confirmación vino de parte del propio presidente de YPF, Horacio Marín, quien en declaraciones al diario Río Negro descartó la posibilidad de una "planta onshore" y ratificó que el nuevo foco de inversión será en acuerdos con empresas para operar mediante barcos, una alternativa mucho más económica que la planta industrial, cuyo presupuesto se estimaba en hasta 50 mil millones de dólares.
El proyecto ya venía herido de muerte tras la salida de la malaya Petronas, socia estratégica en el emprendimiento, y los rumores no confirmados de una entrada de Shell que nunca se concretó.
La idea de una planta terrestre quedó sepultada menos de un año después de que el Gobierno Nacional intentara relanzarlo con un cambio de sede, más por razones políticas que logísticas, luego de una escalada con el gobernador bonaerense Axel Kicillof.
El abandono de la planta de GNL deja en evidencia las dificultades del gobierno de Javier Milei para convertir en hechos concretos los anuncios con los que busca atraer inversiones extranjeras.
Hasta ahora, más allá del entusiasmo discursivo, los capitales productivos llegan con cuentagotas y el Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) no termina de despegar.
El plan original del GNL era considerado uno de los proyectos estrella para convertir al país en un jugador relevante en el mercado internacional del gas. Con este cambio de rumbo, el país apuesta a exportar desde barcos, sin infraestructura permanente en tierra, lo que representa menores costos pero también una menor proyección estratégica de largo plazo.
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