Nacido en Santa Mónica, California, Redford estudió pintura en la Universidad de Colorado con una beca deportiva, aunque pronto encontró su destino en las artes dramáticas. Se formó en la Academia Estadounidense de Arte Dramático e inició su camino sobre los escenarios de Broadway en 1959. Su llegada al cine se consolidó en la década del sesenta con películas como Inside Daisy Clover, This Property is Condemned y The Chase, que marcaron el inicio de una trayectoria ascendente.
El gran salto a la fama llegó con Descalzos en el parque, donde compartió cartel con Jane Fonda, y con Butch Cassidy and the Sundance Kid (1969), en la que interpretó al mítico Sundance Kid junto a Paul Newman, en un dúo inolvidable dirigido por George Roy Hill. Durante la década del setenta se transformó en uno de los actores más convocantes de la industria: protagonizó varios de los títulos más taquilleros de 1974 y consolidó una colaboración artística de siete largometrajes con el director Sydney Pollack, entre ellos Jeremiah Johnson y Out of Africa.
Además de su labor como actor, Redford se destacó detrás de cámara con filmes aclamados como Quiz Show, A River Runs Through It y The Milagro Beanfield War. Su doble faceta como intérprete y realizador lo convirtió en un referente de varias generaciones y en un artista capaz de marcar la agenda cultural de su tiempo. Jane Fonda, su compañera en distintos proyectos, lo recordó como un colega entrañable y un hombre con el que compartió tanto el oficio como la amistad.
Su legado se extiende también al impulso que dio al cine independiente. En 1979 fundó el Sundance Institute, institución que dio origen al prestigioso Festival de Cine de Sundance, plataforma clave para nuevos realizadores y obras fuera del circuito comercial. En 2014, la revista Time lo bautizó como el “padrino del cine independiente”. Su partida deja un vacío irreemplazable en la historia del cine.
Tres películas imperdibles de Robert Redford
Downhill Racer
Downhill Racer es un drama deportivo que retrata con crudeza y realismo el mundo del esquí profesional. Robert Redford interpreta a un joven esquiador ambicioso que intenta abrirse camino en la exigente competencia olímpica, enfrentando tanto las dificultades técnicas del deporte como las tensiones personales que surgen en su camino hacia la gloria.
La historia, ambientada en escenarios de Europa y Estados Unidos, expone los sacrificios y renuncias que exige el alto rendimiento, desde el desgaste físico hasta la soledad emocional que acompaña al deseo de triunfo.
Con una mirada sobria y precisa, la película se convirtió en un título fundamental dentro del cine deportivo estadounidense. Posee un 89 en Metacritic y un 85% de aprobación en Rotten Tomatoes, cifras que confirman su vigencia como clásico.

All Is Lost
All is Lost es un intenso drama de supervivencia que coloca a Robert Redford como único protagonista en pantalla. En el papel de un navegante solitario, el actor encarna a un hombre que debe enfrentar su propia resistencia física y emocional tras sufrir un naufragio en pleno océano Índico.
A bordo de un velero dañado y sin compañía alguna, el personaje se ve obligado a desplegar ingenio y fortaleza para sobreponerse a las inclemencias del mar, el aislamiento absoluto y la amenaza constante de la muerte. La película prescinde casi por completo de diálogos.
Considerada una pieza maestra del cine de supervivencia, All is Lost recibió aclamación unánime de la crítica. Está puntuada con 87 en Metacritic y tiene 95% de aprobación en Rotten Tomatoes.
The Sting
En The Sting, Robert Redford interpreta a un joven estafador que, junto a su socio encarnado por Paul Newman, trama un sofisticado plan para engañar a un poderoso mafioso en el Chicago de la década de 1930. La película combina intriga, suspenso y humor en un entramado de estafas cuidadosamente urdidas, donde nada es lo que parece.
Con su ambientación impecable y una química inolvidable entre Redford y Newman, el film se convirtió en uno de los grandes clásicos del cine de engaños.
El reconocimiento llegó de la mano de varios premios Oscar, incluidos Mejor Película y Mejor Director, que consagraron a The Sting como una obra maestra del género y uno de los puntos más altos en la carrera de Robert Redford.
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