La temporada de langostino 2025 no empezó. Y no es solo una demora: por primera vez en décadas, los barcos no zarparon, las empresas no se anotaron para la salida exploratoria y 113 buques siguen amarrados, un tercio de ellos en el puerto de Mar del Plata.

Se trata de una industria que mueve unos 600 millones de dólares anuales, con mercados clave en China, España y Estados Unidos, y que hoy se encuentra completamente paralizada.

“Claro que la ecuación no cierra, pero la variable de ajuste no pueden ser los trabajadores”, resume el titular del Sindicato de Conductores Navales (Siconara) Daniel Flores en declaraciones al diario Página 12, que junto a otros gremios permanece en estado de alerta. El desplome de precios —de 12 a 6 dólares el kilo— se combina con una batería de medidas que, según el sector, hacen inviable la actividad.

La tormenta perfecta

La “tormenta perfecta” que enfrenta la pesca del langostino tiene varios frentes:

  • Caída de precios internacionales, potenciada por una guerra comercial entre empresas del sector que bajaron valores para ganar mercados.

  • Dólar oficial planchado, que encarece insumos y recorta márgenes.

  • Aumento de los Derechos Únicos de Extracción (DUE), impulsados por Federico Sturzenegger desde diciembre.

  • Decreto 35, que desregula el régimen de navegación y afecta condiciones laborales.

Los DUE pasaron de 0,15 a entre 2 y 3 puntos, una suba de hasta 15 veces según la especie. Y aunque las cámaras empresarias solicitaron reuniones con el Gobierno, nunca obtuvieron respuesta. Algunas patronales intentaron trasladar el costo con recortes salariales del 30 al 50%, que fueron rechazados por los sindicatos.

Grieta pesquera: Nación, Provincia y pase de facturas

El parate ya generó roces políticos. Gustavo Pulti, exintendente marplatense y actual diputado bonaerense, apuntó directo al gobierno nacional: “Esto no es inevitable. Es producto de decisiones equivocadas”. Pidió eliminar retenciones, reducir impuestos y generar condiciones similares a las de países competidores.

Desde la otra vereda, el diputado radical Diego Garciarena culpó al gobierno provincial de Axel Kicillof por no declarar la emergencia del sector: “Hace dos meses presentamos un proyecto que sigue frenado. Mientras tanto, se ocupan de internas y candidaturas”, disparó. La respuesta de Pulti no tardó: “El problema es el atraso cambiario. ¿Quieren resolver o buscan desfinanciar a la provincia?”.

Mientras tanto, el intendente de General Pueyrredón, Guillermo Montenegro, opta por el silencio. Con negociaciones abiertas con La Libertad Avanza, cualquier gesto en defensa de la pesca podría tensar su juego político.

¿Y los trabajadores?

Los más golpeados son los barcos fresqueros familiares, los tradicionales rojos y amarillos que no tienen espalda para bancar una temporada sin ingresos. En cambio, las grandes flotas integradas, con planta propia, están mejor posicionadas. Pero aun así, el sector en su conjunto tiene entre 15.000 y 20.000 empleos en riesgo, entre directos e indirectos.

Los sindicatos esperaban medidas concretas: un dólar diferencial, subsidios al combustible, o algún alivio impositivo. Nada de eso ocurrió. Para Pablo Trueba, del Simape, las empresas deberían haber presionado en esa dirección. “Lo que hubo fue una jugada mezquina para ajustar por abajo”, reprochó.

Sturzenegger y la sombra de la extranjerización

El consultor César Lerena fue más allá: aseguró que Sturzenegger ya había intentado, sin éxito, habilitar el ingreso de flotas extranjeras al mar argentino en la Ley de Bases. “El proyecto fracasó, pero ahora busca lo mismo por otras vías. Parece una vendetta”, sostuvo.

Según Lerena, si se mantiene el rumbo actual, la industria pesquera nacional corre riesgo de quebrar. Y con ella, una fuente clave de divisas genuinas para un país que necesita exportar más que nunca.

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